El otro día "sonó" el Trío en mi bemol de Rita Azevedo, que a estas alturas ya es como de casa, y a la que podremos ver in situ durante el Zinebi de este mes de noviembre, en el Guggenheim creo. Habrá que estar al loro. Y lo digo por los despistados que tanto abundan en estos tiempos, y entre los que me cuento, ¡faltaría más!, con esta cabezota que Dios me ha dado.
Y el Trío a nadie dejó indiferente. A unos (me lo connfesaron a la salida) les gustó. A otros (más puretas) les dejó indiferentes. Sin duda, hubieran preferido otras prácticas más "católicas". ¡Que se le va a hacer! Para gustos, los colores y... los números.
Aunque el 3, el Trío, y Mozart (y Rita lo ha aprendido), debe practicarse pausadamente, gustándose y recreándose en cada gesto, en cada nota, y con los instrumentos siempre en su punto, con su justo protagonismo,;solistas, sí, pero también acompañantes, cuando toca (y nunca mejor dicho). Y nada de eso de servir únicamente como meros comparsas, cobardes mirones desde la habitaciónde al lado, con los pantalones patéticamente por los tobillos.
Así, Rita teje también su película: mezclando cada uno de sus ingredientes,de sus instrumentos de carne y hueso, y dejándose llevar por ellos y sus voces. ¡Y ojito: sin prisas! Siempre malas consejeras. El Clasicismo de Mozart jamás se lo habría permitido. Y Rita lo sabe. Sabe que si hubiera hecho otra cosa, el título de su película debería haber sido otro también, y su película, otra diferente.
Y finito. Por si nos apetece probar otra vez el Trío, no habría problema: youtube al canto y enlace que te crió, y que os dejo aquí abajo. Y a disfrutarlo cuantas veces queráis s, mientras el insinuante andante del Trío riega los fotogramas de esta bonita y última obra de la realizadora portuguesa, al tiempo que acaricia (¡ay!) vuestros traviesos oídos.
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