El globo rojo

Para la presentación de la sesión contaremos con la presencia de Txabi Loyola, periodista cinematográfico y experto en la obra de Albert Lamorisse.

EL GLOBO ROJO

Palma de Oro en el Festival de Cannes y Oscar al Mejor Guión Original en 1956.

Un niño solitario encuentra un globo rojo... ¿o quizá es al revés?; y ambos, el niño y el globo mágico, vagan por las calles de París. Una sencilla anécdota es la base de este poético mediometraje sin apenas diálogos, que constituye la cima del talento de un cineasta absoluto pero desconocido: Albert Lamorisse.

Quien no haya visto todavía “Le Ballon Rouge” sentirá que una magia inexpresable le llenará el corazón: la magia de impresionantes secuencias sencillas de la vida cotidiana, casi mudas, que consiguen expresar e irradiar infinitud de sentimientos; la magia de los tonos pastel de una fotografía que transporta al espectador a otra época cargada de romanticismo; o la magia de un film preciosista, sencillo y visualmente delicado, como toda la obra de Albert Lamorisse.

En una de las más bellas secuencias del film aparece el niño protagonista (protagonizado exquisitamente por el propio hijo del director; un crío de apenas 4 años de edad), acompañado de su globo rojo y de una melodía xilofónica, que se cruza por una calle del París de los años 50 con una niña que porta un globo azul. Los globos se enredan y se saludan, mientras los niños luchan por liberarlos y proseguir su camino, en una de las secuencias más amorosas que se han visto en la pantalla o, si se prefiere, una encantadora fábula sobre la amistad y la fuerza de la imaginación, donde se desvela todo el talento de este realizador irrepetible y de esta historia sorprendentemente original (esta sí, no la mediocre reinterpretación que perpetrara hace unos años el taiwanés Hou Hsiao-Hsien).

Lo que hace sobresalir a “El globo rojo” es la perfecta sintonía en la puesta en escena, en donde lo que se muestra y lo que se intuye reflejan de una manera seductora e hipnótica el proceso de desarrollo de una amistad entre un niño y un globo, hasta llegar a un clímax imposible: la dolorosa muerte de ese objeto tan simple, pero que previamente (nos) ha humanizado la mirada de Lamorisse.

Al final de la película, los cielos de París se inundan de globos que colorean la realidad gris, globos que se han escurrido de entre los dedos de muchas pequeñas manos que los sujetaban. Todos van hacia un único punto: hacia donde está ese niño triste porque su globo antes ha sido lapidado y pisoteado. Todos esos globos se acercan hacia el niño, quien sujeta con sus manitas todos los que puede antes de... No, definitivamente no se puede expresar con palabras (ni desvelar el secreto de) la magia de las poderosas imágenes liberadoras, emblemáticas y capaces de desplegar vitalidad (y emoción) a raudales, de Albert Lamorisse y que tanto han influido en autores posteriores (¿hay que recordar a este respecto de dónde parte la idea de la última producción de Pixar, “Up”?).

CRIN BLANCA

Gran Premio del Jurado al Mejor Cortometraje en el Festival de Cannes 1953.

Albert Lamorisse nació en París en enero de 1922 y murió prematuramente en accidente de helicóptero en junio de 1970, mientras rodaba en Irán escenas para su documental “El viento de los enamorados”. Su viuda y su hijo terminaron la película ocho años después y llegó a ser nominada al Oscar como mejor documental. Más allá de “El globo rojo” nos legó un puñado de obras de ficción antropológica y mediano formato: “Bim, el pequeño asno” (1950); “Crin blanca” (1953); “Viaje en Globo” (1960) y “Fifi la pluma” (1965); y documentales como “Djerba” (1947), “Versailles” (1967), “Paris Jamis Vu” (1967) y “Le vent des amoureux”, antes citado. Además de como cineasta se le recuerda por ser el creador del popular juego de mesa y estrategia «Risk».

Completando esta «Sesión especial Homenaje a Albert Lamorisse», “Crin blanca”, una alegoría de la libertad y una historia de amistad entre un muchacho llamado Folco y un caballo salvaje en la comarca de La Camargue, nos hace preguntarnos qué se habrá hecho de esta vigorosa y humilde cultura ecuestre y de pescadores del sur de Francia, y de esas hermosas lagunas, esos pajonales, esos médanos, esas playas, esos caballos cimarrones...